9 de enero de 2007

Quisiera poder dejarte esta vez…

Me pasé la mitad de mi vida envenenándome el cuerpo con todo eso que le agregan al tabaco para que tenga marca y se venda en los quioscos. Últimamente vengo sintiendo asco, repugnancia, porque esa maldita cosa no sólo se te mete en el cuerpo, sino en la ropa, en el pelo, en las cosas, en la alfombra, en las cortinas, en el baño, en la cocina y hasta en el perro (pobre…).

Hoy, que hasta el momento no he encendido ninguno, siento asco en la garganta y costumbre en el pensamiento. Pero es más que una costumbre… a ver… esa maldita cosa se llega a incorporar de tal manera que no es necesario ni darle la orden para hacerlo, así como no necesitamos mover el corazón para que se ponga a latir.

No se trata de un acto reflejo. No para nada. Es mucho más. Pero mucho. Es como que en cada dosis uno va dejando entrar ínfimas moléculas que luego se van juntando hasta crear un nuevo órgano parásito, que tiene a los pulmones de cordón umbilical. Creo que este parásito sería el responsable del trastorno compulsivo obsesivo del enfermo, y ojo, no estoy diciendo trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad ni me refiero al de ansiedad. Esto es justamente al revés y no es necesaria una patología de base para hacer el diagnóstico.

En la primera etapa (casi todo el período activo), todo es compulsión, pura compulsión, y es tan, pero tan compulsiva, que ni tiene tiempo de ser obsesión. A lo sumo puede haber una compulsión brevemente meditada, al estilo: ¿son las 3 de la madrugada, no será una locura tomar un remis para ir a un quiosco? Ehhh… no. –Hola que tal, quería pedirte un auto.

En la segunda etapa (también dentro del período activo), la compulsión se mantiene y nace la obsesión, pero la obsesión compensatoria. O sea, la obsesión por dejar de ser un enfermito. Cuanto más fuerte es la obsesión más fuerte es su contrapartida compulsiva, quien duplica o triplica la dosis alegando defensa propia y apelando, en casos extremos, al mismísimo suicidio. En esta etapa es cuando uno se siente un reverendo idiota, creyendo que puede darle o quitarle poder a esa cosita que cabe entre dos dedos (imaginen lo idiota que me siento yo, que intento pasar el texto sin mencionarlo en ningún momento, como si esto sirviera de algo… en fin).

La tercera etapa (comienzo del período pasivo), se caracteriza por planteos al estilo: “pero… ¿por qué hago esto, si yo no quiero dejar?”, “uno solito… ¿que me va a hacer?”, o “tanto quilombo, mirá que fácil lo dejé… hasta si quiero puedo lograr uno al día…”. Lo peor es que esta es la etapa en que más desorientados estamos, porque los roles se invirtieron. El volver a las dosis habituales pasa a ser el contenido de la obsesión y el mantenerse limpio pasa a ser una compuls… eh… no. No es por acá… mantenerse limpio es… una tortura, es… ganas de gritar, de que te encierren, te encadenen, que te metan algo en las venas que lo sustituya y que saque de una vez por todas este maldito síndrome de abstinencia!!!!!!!

Ahhh!!!!!! Grrrrrrrr!!!!!!!!! Quiero que me operen, no sé, que de alguna manera se pueda sacar ese maldito órgano parásito que tiene encadenado a mis pulmones como rehenes…… esooooooo……… ayyy…. Esto es una toma de rehenes…. Y? que hago? Llamo a los noticieros??? A la policía???? Mamáááááá!!!!!!!! Bua-a-a-a-a… Bua-a-a-a-a… snif snif

Ahh

Casi rompo todo en la habitación…

Pero ya está, ya pasó… ya encendí uno… jajaja…. Noooooooo

Ufff

Bueno, ¿en qué estaba?... Ah, las etapas… bueno, la verdad es que no tengo una maldita idea… ¿alguien puede ayudarme? (pero en serio, nada de consejos de revista dominical, necesito experiencia directa…).

2 comentarios:

  1. Yo fumé durante 13 años. Y hoy, a mis 30, siento que he dejado atrás una gran carga. No sé que hice exactamente para dejarlo atrás, pero recuerdo que los primeros diez o quince días fueron muy difíciles de pasar. Sin embargo, pasado eso todo fue más fácil. Al cabo de un mes ni lo sufría.
    Supongo que ayudó el hecho de emprender una actividad deportiva, correr en mi caso. Y como tengo espíritu competitivo, la mejora pulmonar fue un motivador importante.

    La abstinencia es como cuando uno cierra los ojos en la bajada de la montaña rusa y espera a que pase. Acá sucede algo parecido, hay que cerrarse y putear a diestra y siniestra contra el universo todo.
    Yo me desquité así, enojándome. Además, ahora que recuerdo, cambié lo más posible la rutina, dado que esta me hacía hacer, de manera mecánica, buscar un cigarrillo. Es terrible como el pucho se pega a nuestros movimientos.
    No sé qué más decir al respecto.

    Ojalá puedas dejarlo, vale muchísimo la pena.

    Hasta luego.

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  2. Mi experiencia...mi abuelo murió de cáncer de pulmón, mi tío murió de cáncer de pulmón...y hace cuatro años mi padre tosía por las noches y nos levantaba a todos del susto. Gracias a Dios, lo dejó y hoy lo veo grande y magnífico. De pensar que podría haberlo perdido por algo así, te aseguro que odio tanto al tabaco que me daría verdadero asco llevarme un cigarro a los labios.
    Pero es duro...no olvides que es una adicción..como el mismo amor :P Un gran beso!Mucho ánimo y suerte!

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