29 de enero de 2007

Pido gancho

Y estoy en uno de esos momentos en el cual al grito de GRRRRR quisiera meter a todo el planeta tierra dentro del agujero de ozono para que se calcine el sentido absurdo de este acto reflejo que llamamos vida.

¿Cuándo fue el momento en que la publicidad comenzó a hablar tanto (y tan fuerte) que hizo que más mierdas se produzcan en TV y entonces nos dejemos de hablar entre nosotros para comenzar a tener esa maldita angustia oral que sólo se calma consumiendo esas malditas cosas que se publicitan?

¿Cómo llegué al momento en qué trabajando gasto más dinero que no trabajando?

¿Cómo es que estoy dos días sin computadora y ya me siento alejada del mundo?

¿Cómo es que siento culpa por no terminar de leer algo?

¿Cómo es que toda la mierda sabe rico y todo lo sano sabe a mierda porque le meten cosas para que sea tan rico como la mierda?

¿Cómo es que una aspiradora cuesta el triple que antes y dura mil años menos?

¿Cómo es que un seguro te cubre todo excepto justo eso que te pasó?

¿Cómo es que las multinacionales gastan menos dinero en una acción de bien que en su difusión?

¿Cómo es que una crítica constructiva se transforma en el asesinato de algún ego?


¡Basta!


¡Pido gancho!


Que alguien me explique...


... yo no puedo seguir así.


25 de enero de 2007

Maniatada

Ups, ahora es cuando generalmente enciendo un cigarro para escribir sobre un tema… pero el cigarro no está y tampoco tengo en claro cuál es el tema. Por algún motivo puse como título “maniatada”. Ese nombre tiene que ver con la sensación que tengo, pero hasta estoy maniatada para explicarlo, porque en realidad no lo tengo muy claro. A ver… voy a hacer el esfuerzo… es como que estoy libremente maniatada… antes estaba libremente condenada al tabaco, ahora estoy libremente maniatada. Ambas cosas son una mierda, pero se supone que la segunda es más saludable.
Justamente por esa cuestión -la salud- fui a ver a una doctora especialista en tabaquismo, para que me de algún consejo, recomiende algún grupo de ayuda o algo por el estilo, algo saludable. Luego de explicarle durante unos 10 minutos como iba con el tema (o sea, bastante bien), me receta un psicotrópico (Bupropion) para que no tenga ganas de fumar y además no tenga hambre. Ehhhh… bueno -le dije- pero yo en realidad estoy buscando un grupo de autoayuda, ¿usted podría recomendarme alguno? No -me dijo- el del hospital es para dejar de fumar y vos ya estás en mantenimiento, y no te puedo recomendar otros.
Veamos… yo estoy en mantenimiento, pero ella me da un psicotrópico que tiene demasiadas contraindicaciones contra sólo un 30% de efectividad comprobada (según prospecto) y además se comienza a tomar 15 días antes de dejar de fumar.

… yo no puedo ir al grupo porque según ella estoy en mantenimiento, si salgo, vuelvo a fumar y luego entro, ¿entonces sí tendría que ir al grupo?

… para ingresar al grupo tenés que tomar ese medicamento, entonces… ¿para qué mierda es el grupo si supuestamente esa cosa te saca las ganas de fumar?

… ¿por qué no tienen un grupo para trabajar la ansiedad y técnicas sobre qué hacer en el momento en que se sienten deseos de fumar?

Ufa che, ¡cómo la complican!, o quizás la complico yo que -como una estúpida- creí que un profesional podía ayudarme a mantenerme saludable (física y mentalmente), cuando en realidad te quieren empastillar para vivir anestesiando sensaciones…

No, gracias… por el momento prefiero seguir maniatada… e intentando describir como se siente eso…

17 de enero de 2007

Ansiedad

La verdad es que hace unos días que quería escribir, pero no se me terminan de aclarar un par de cosas… pero bueno, no lo quiero dilatar más… ¡veamos qué sale!

El tema es que ya llevo 8 días sin fumar y, honestamente, la cosa no era tan trágica. No digo que no me den ganas de a ratos o que no piense más en eso. No, no se trata de eso. Creo que la cosa pasa por otro lado. Intentaré explicarlo.

Hago cosas muchísimo más difíciles que no fumar. O sea, es más difícil ir trabajar que no fumar. Es más difícil cocinar, limpiar, lavar, etc., que no fumar. Es más difícil escribir un buen texto que no fumar. Es más difícil ir a un gimnasio que no fumar. Es más difícil aprender a tocar la guitarra que no fumar. Y podría seguir.

A pesar de todo esto, por algún motivo mucha gente dice que dejar de fumar es difícil y mucha otra te aconseja que dejes de fumar y te dice que hay unos grupos buenísimos que nadie sabe donde carajo están pero que son buenísimos. Los ex-fumadores te dicen que lo dejaron de un día para otro y que no se acuerdan de nada más, como una especie de tesoro escondido que no quieren ni siquiera dejarte espiar el mapa. Voy por la calle y veo una campaña del Ministerio de Salud que me explica que me voy a morir si sigo fumando y me invita a encontrar la salvación llamándolos a un 0800 que SIEMPRE está congestionado. Lo único que yo he encontrado hasta el momento es un grupo virtual en yahoo groups.

Por otro lado está el duelo de la imagen del cigarro y yo. A ver si se entiende. He pasado los últimos quince años con la imagen de un cigarro en mi mano derecha. Esta obsesión de tenerlo en la mano no es más que un intento de mis neuronas de tener el paisaje completo. O sea, si me cortaran un dedo lo único que vería es que ese dedo me falta. Entonces comprender la obsesión de esa manera, me ayuda a entender que se trata de algo visual y no de “ganas de fumar”. Es como cuando te separás de una persona y te quitás el anillo del dedo anular derecho. Cada tanto vas a querer tocarlo y te das cuenta que no está, pero no por eso querés que vuelva a estar.

Paralelamente, descubrí que la sensación de ansiedad no es sinónimo de “quiero fumar” sino de “necesito hacer algo”. A mí me pasa que siento ganas de hacer algo pero, como no es fumar lo que quiero, tuve que pensar qué es lo que quiero y hacerlo. Como que el cigarro lo que hace es sacarte la energía para hacer cosas, decimos que relaja pero en realidad aplasta. Entonces cuando dejamos de fumar no entendemos qué cosa es esa que sale y que nos hace que queramos hacer cosas. Es como que en vez de hacer cosas agarramos a esa sensación y la matamos a cuchillazos.

Yo creo que acá está el meollo del por qué no funcionan los anuncios para dejar de fumar. Hablan de salud y de muerte. La primera es desastrosa, a un fumador no se le ocurre dejar de fumar para estar saludable, si lo hace por salud es después de una internación o porque se cagó en las patas al ver lo que le pasó a alguien cercano. Y con respecto a la muerte… a nadie le gusta pensar en su muerte, por lo cual el anuncio queda totalmente descartado, y si alguien le dice algo con respecto a morir a un fumador, éste responde: bueno, de algo hay que morir.

Yo creo que el fumador a lo que le teme es a la sensación de ansiedad, teme a caminar por las paredes. No sabe qué carajo hacer con esa sensación porque cada vez que asomó la molió a garrotazos para adormecerla. Sé que estoy generalizando, pero bueno, yo me di cuenta de esto porque en un momento sentí mucha ansiedad, pero tenía claro que fumar no era lo que quería, lo que quería era “hacer algo”. Simplemente eso, quería hacer algo. Entonces me anoté en un gimnasio para ir por las tardes y por las mañanas saco a pasear a mi perro unas 10 vueltas a una plaza de aquí cerca. Ojo, que si me hubiesen dicho que para dejar de fumar lo mejor era hacer ejercicio y comer sano, no hubiera dejado de fumar. Y creo que eso es lo que está mal explicado en los anuncios.

Algunos ya saben que trabajo como creativa en comunicación y, como parece que al tener las neuronas más oxigenadas tengo más tiempo mental libre, se me ocurrió hacer una campaña de comunicación que le hable realmente a los fumadores, o sea que trate realmente el tema de la ansiedad. La ansiedad como eje conceptual central de la campaña, por ejemplo:

Titular: Dejá de fumar. Ya vas a encontrar qué hacer con tu ansiedad.

Imagen de alguna cosa que se haga para calmar la ansiedad y los logros obtenidos por eso (gimnasio y cuerpo logrado, artesanías y dinero ganado con su venta, o cualquier cosa que se haga aunque no tenga un beneficio secundario, ya se vera…).

Bajada: Mini-explicación de cómo funciona la ansiedad y que el tema en realidad se trata de hacer algo con ella. Finaliza con algún remate.

El tema es que estoy con esta idea en la cabeza, pensando como hacerla en el sentido de encontrar quien la banque económicamente. También me gustaría que haya un 0800 con gente que atienda del otro lado y que tome este enfoque para tratar el caso y que además haya una web para buscar información, brindar testimonios, hacer un foro, un chat, etc.

También pensé en escribir un libro, pero esto otro me interesa más.

El tema es que esto se podría hacer. Pero para eso necesito gente que se sume al proyecto -ya sea con su testimonio, con sus conocimientos, contándome cómo canalizó su ansiedad y todo lo que se le ocurra- para poder armar algo interesante y después ver si se presenta ante alguien o si se puede hacer autosustentable.

Bueno, era esto lo que quería decir. Ahora estoy volcando mi ansiedad extra en la actividad física y en este proyecto, así que todo aporte es bienvenido y lo pueden postear o enviar a aledening@gmail.com

Gracias!

11 de enero de 2007

Tercer día limpia… aunque kamikaze

Ayer, decidí irme a depilar. Aún no entiendo la lógica de la decisión, porque no tenía razones de peso como para reemplazar la práctica maquinita por esa maldita cera que duele como cuando te golpeás el dedo chiquito del pié derecho contra la pata de la mesa. Mmm… no sé, me parece que inconscientemente se trata de hacer algo más jodido que no fumar.

Bueno, el tema es que hacía como cinco años que no me metía en una situación así y cuando recibí el primer tirón del cavado, recordé por qué. ¿Puede haber práctica más psicótica que esta? ¿Dejar que un ser extraño nos ponga esa cosa caliente en la piel que por dos microsegundos podés autoengañarte pensando que es un masaje con barro, o alguna huevada de spa, hasta que el tirón te levanta de la camilla, mirás a la mina con cara de odio, tus dedos toman la posición perfecta para ahorcarla, pero tu conciencia te recuerda que estás ahí por decisión propia y no te queda otra que aguantar y llorar en silencio? ¿Les pareció una pregunta demasiado larga y sin comas para respirar? Jódanse, la depilación es eso pero potenciado tres millones de veces. Y esto va para los hombrecitos que creen que las minas somos cómodas porque queremos que nos den algún que otro gustito de vez en cuando. Sépanlo. Nos lo hemos ganado.

Ay…

Me vuelven las ganas de fumar…

Mi contabilizador de no fumadora dice que llevo 2 días, 9 horas y 32 minutos limpia, que no me he metido 48 cigarrillos en el cuerpo y que ya me he ahorrado $7.20.

Los datos ayudan, pero no alcanzan.

Me voy a anotar a un gimnasio.

Ya.

No me aguanto más.

Bye.

Segundo día limpia… aunque meada

Es increíble la cantidad de cigarros que hoy hubiera fumado si ayer no lo hubiera dejado. Siento que tengo un miquimoco negro-verdoso pegado entre mis pulmones y ganas de vomitar ceniceros Sí, lo sé. Un asco. Nauseabundo. Pero así me siento.

Si bien en ningún momento quise fumar, muchas veces me imaginé fumando y -casi sin darme cuenta- buscando un cigarro que en realidad no era lo que quería. Porque lo que quería era “hacer” algo. Fue así como Pringles -mi perro- se ganó una visita guiada por el vecindario que, lamentablemente, comenzó con una sarta de coscorrones con el clasificado del domingo porque el muy idiota casi se ahorca intentando ir doscientos metros delante de mí para matarse a ladridos con unos furiosos pequineses enrejados.

Tres cuadras más adelante se queda hipnotizado frente a un árbol. Lo olfatea. Le da vueltas. Vuelve a olfatear. Me mira. Mira al árbol. Lo vuelve a olfatear y es ahí cuando me doy cuenta de que verdaderamente es un perro bastante estúpido porque ya tiene un año y dos meses y -si bien es macho- mea como señorita. Se la pasa oliendo los meos de otros perros con cara de: ¿cómo carajos hacen para llegar hasta ahí?

Quizás buscando lo mismo (pero ni por casualidad amagando levantar la pata), se le dio por mear mientras camina, ocasionando un gran enchastre cual pomo en corso de carnaval. Porque no sólo se mea a él mismo, sino que el disparo me llega a mí y me pongo a saltar y esquivar como si estuviera bailando en la murga.

Por dios, que perro estúpido, pero bueno, así es estolito… bah, en realidad se llama Pringles, pero cuando vinieron los Rolling Stones pasó a ser Pringlestones y luego Pringlestoles, finalmente quedó estoles y cuando se pone así de bonito y pelotudito es estolito. Que dulce, no?

9 de enero de 2007

Quisiera poder dejarte esta vez…

Me pasé la mitad de mi vida envenenándome el cuerpo con todo eso que le agregan al tabaco para que tenga marca y se venda en los quioscos. Últimamente vengo sintiendo asco, repugnancia, porque esa maldita cosa no sólo se te mete en el cuerpo, sino en la ropa, en el pelo, en las cosas, en la alfombra, en las cortinas, en el baño, en la cocina y hasta en el perro (pobre…).

Hoy, que hasta el momento no he encendido ninguno, siento asco en la garganta y costumbre en el pensamiento. Pero es más que una costumbre… a ver… esa maldita cosa se llega a incorporar de tal manera que no es necesario ni darle la orden para hacerlo, así como no necesitamos mover el corazón para que se ponga a latir.

No se trata de un acto reflejo. No para nada. Es mucho más. Pero mucho. Es como que en cada dosis uno va dejando entrar ínfimas moléculas que luego se van juntando hasta crear un nuevo órgano parásito, que tiene a los pulmones de cordón umbilical. Creo que este parásito sería el responsable del trastorno compulsivo obsesivo del enfermo, y ojo, no estoy diciendo trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad ni me refiero al de ansiedad. Esto es justamente al revés y no es necesaria una patología de base para hacer el diagnóstico.

En la primera etapa (casi todo el período activo), todo es compulsión, pura compulsión, y es tan, pero tan compulsiva, que ni tiene tiempo de ser obsesión. A lo sumo puede haber una compulsión brevemente meditada, al estilo: ¿son las 3 de la madrugada, no será una locura tomar un remis para ir a un quiosco? Ehhh… no. –Hola que tal, quería pedirte un auto.

En la segunda etapa (también dentro del período activo), la compulsión se mantiene y nace la obsesión, pero la obsesión compensatoria. O sea, la obsesión por dejar de ser un enfermito. Cuanto más fuerte es la obsesión más fuerte es su contrapartida compulsiva, quien duplica o triplica la dosis alegando defensa propia y apelando, en casos extremos, al mismísimo suicidio. En esta etapa es cuando uno se siente un reverendo idiota, creyendo que puede darle o quitarle poder a esa cosita que cabe entre dos dedos (imaginen lo idiota que me siento yo, que intento pasar el texto sin mencionarlo en ningún momento, como si esto sirviera de algo… en fin).

La tercera etapa (comienzo del período pasivo), se caracteriza por planteos al estilo: “pero… ¿por qué hago esto, si yo no quiero dejar?”, “uno solito… ¿que me va a hacer?”, o “tanto quilombo, mirá que fácil lo dejé… hasta si quiero puedo lograr uno al día…”. Lo peor es que esta es la etapa en que más desorientados estamos, porque los roles se invirtieron. El volver a las dosis habituales pasa a ser el contenido de la obsesión y el mantenerse limpio pasa a ser una compuls… eh… no. No es por acá… mantenerse limpio es… una tortura, es… ganas de gritar, de que te encierren, te encadenen, que te metan algo en las venas que lo sustituya y que saque de una vez por todas este maldito síndrome de abstinencia!!!!!!!

Ahhh!!!!!! Grrrrrrrr!!!!!!!!! Quiero que me operen, no sé, que de alguna manera se pueda sacar ese maldito órgano parásito que tiene encadenado a mis pulmones como rehenes…… esooooooo……… ayyy…. Esto es una toma de rehenes…. Y? que hago? Llamo a los noticieros??? A la policía???? Mamáááááá!!!!!!!! Bua-a-a-a-a… Bua-a-a-a-a… snif snif

Ahh

Casi rompo todo en la habitación…

Pero ya está, ya pasó… ya encendí uno… jajaja…. Noooooooo

Ufff

Bueno, ¿en qué estaba?... Ah, las etapas… bueno, la verdad es que no tengo una maldita idea… ¿alguien puede ayudarme? (pero en serio, nada de consejos de revista dominical, necesito experiencia directa…).

8 de enero de 2007

Histeria

Me doy cuenta de que estoy estableciendo relaciones histéricas con los autores literarios.

Algo del tema les venía contando… que fulano no, porque me aburre; que mengano tiene cosas interesantes pero hay que bancarse demasiada cosa tediosa para llegar a ellas; que a Bukowski lo adoro, pero lo tengo ahí en mi biblioteca como quien quiere tener a alguien en la mesita de luz (no sé por qué la llamo así, ya que no tengo velador… pero bue…); que con Nabokov estoy coqueteando, porque me gusta tanto (pero tanto) que no lo puedo seguir leyendo, como si fuera un amante que lo dejo para los momentos en los que sólo algo muy delicioso es lo que quiero. Y ahora veo que hago lo mismo con Dostoievski. Comencé por Crimen y Castigo y el señalador se quedó marcando el final del IV capítulo, esa parte en donde Raskolnikov termina de leer la carta que le envió su madre. Como que en algún punto postergo conocer cómo reaccionará Rodia (esto de los apodos me pone un tanto loca) ante esa carta. Desde hace unos tres días que pienso en eso. Pero ni por casualidad agarro el libro. Lo miro de reojo, pienso en seguir leyendo y en vez de eso comienzo a imaginar qué tipo de perfil psicológico tiene el personaje para adivinar cuál será su reacción. Quizás me pasa que, frente a la posibilidad de que me sienta decepcionada, prefiero no saber. Pero igual la intriga me mata, me carcome, me pone histérica. Pero no tanto como para llamarlo y preguntarle qué pasó… en fin… de alguna u otra manera seguir avanzando es acercarse al fin, y es posible que también tenga algo que ver con eso, porque a mí no me pasa eso de que “fue bueno mientras duró”. El fin es fin. Se terminó la historia y a otra cosa… ¿y si no encuentro otra cosa? ¿Y si eso fue lo más interesante que pude haber leído en mi vida? ¿Qué será de mí, eh? ¿Alguien me lo puede decir? ¿O simplemente me dirán que ya llegará otro? JaJaJa!!!!!!!!!!!!!!! Aunque me ría, les pido que no se rían, porque por más idiota que parezca, ¡esto es lo que me pasa!

Pero bueno, sepan entender, es que ya es poca la histeria que puedo volcar en mi pareja y se ve que todo esto no es más que un intento de sublimarla...

7 de enero de 2007

¡Sorpresa!

- ¡Sorpresa! ¡Adiviná quién llegó!

- ¿Pero no era que llegaban mañana?

- Sí, pero se adelantaron para sorpr… ¡venite rápido!

No encuentro onomatopeya para ese regañadientes clausurado en pos de que no crean que el contenido de la visita no me pone contenta. Que quede claro. Por favor. No quiero problemas por esto.

Las visitas sorpresa o adelantadas sin previo aviso, en general, no me caen bien. A no ser que no tenga nada que hacer con mi vida y que, además, esté de muy buen humor (y es raro que ambas cosas estén enlazadas). Y ni hablar si la sorpresa cae a media noche o antes de que me despierte.

Voy a desembuchar primero las visitas adelantadas. Si la cosa era mañana, y quien viene sabe que era mañana y también sabe que va a ser hoy, ¿por qué, simplemente, no lo dice? ¿Por qué, en vez de eso, da por sentado que no decirlo es mejor que decirlo?

Esto me hace acordar a algo que el otro día le sucedió a una amiga. Su gata dejó en la puerta de su casa una ofrenda (léase pájaro muerto ensangrentado) y no paró de maullar hasta que por fin ella fue a ver lo que la gata quería que viera. Con esto no quiero decir que la visita sorpresa es un pájaro muerto ensangrentado. Sino que aquello que por la gata fue valorado como una especie de ofrenda, de regalo, no lo fue para mi amiga. Ya que no pudo salir por esa puerta hasta que otro con más agallas limpiara el lugar. O sea, las visitas adelantadas me hacen tener que dejar de hacer algo y obligarme a hacer otra cosa (recibirlos) porque el haberse adelantado es -para ellos- lo más importante que está sucediendo. Lo peor es que si uno no puede o no quiere recibirlos en ese momento, indefectiblemente pasa a ser una “mala persona”, en el mejor de los casos.

Lo de las visitas sorpresa, es algo aún peor. Llegan y te rompen la vida, por no decir las pelotas. Pero, dentro de este rubro, las peores son esas que están siniestramente armadas para joderte la vida desde un tiempo antes de la llegada. Me refiero a esas que para entrar en la categoría de sorpresa, necesitan del armado de toda una jodida parodia del “no voy” con el objetivo de ofender al supuesto visitado para que, finalmente, todo se resuelva cuando los susodichos llegan “de sorpresa”, haciendo que el visitado tenga que tragarse todo el mal momento vivido. Esto también pasa con esos fastidiosos cumpleaños sorpresa, en los que todo el mundo se complota haciéndote creer que nadie recordó tu cumpleaños y, justo cuando el trastorno ya toma un aire cuasi-existencial, entras a un lugar y oh… sorpresa… te cantan el “que los cumplas feliz” justo cuando te sentís el más infeliz de todos.

La verdades que toda esta cosa Tinelesca (conductor de TV que basó su carrera en joder muy jodidamente -y aquí la redundancia bien lo vale- a las personas para luego compensarlas con algo que deje de lado una acción judicial… ah, y se supone que ver a un tipo enojado es algo gracioso), realmente me enferma.

En definitiva, creo que todo se resume a, de una vez por todas, entender que la sorpresa tiene que estar relacionada con la persona a quien se quiere sorprender y no con quien sorprende. A no ser que queramos comportarnos como gatos comiéndonos los sor y dejando de regalo la presa.

PD: Me voy a ver a las visitas, antes de ser presa de malos comentarios… (¡?).

6 de enero de 2007

Nuevamente, bendito sea el blog entre todos los escritos…

Apareció en mi blog un comentario que ingenuamente me obligó a conocer a su autor (o, como él mismo aclaró, lo que yo interpreto de él ya que al darse a leer, él es lo que yo quiero que sea).

Para ser honesta, lo primero que quise fue borrarlo, pero sabía que no iba a poder borrar la sensación de bronca que me generó. Es que sé que soy una ingenua, pero no me lo digan, así mi ingenuidad sigue valiendo.

Comparto aquí lo que -de este autor- aparecía en mí a medida que iba leyendo las verdades o mentiras que -según él- hablan más bien de la fragilidad y fluctuación de su movimiento emocional e intelectual.

Me encantó tu septiembre. No por el mes ni por los textos, ya que ellos en ese momento son mera casualidad. En otro momento hubieran logrado otra cosa. Pero en tu septiembre encuentro reflejos de mi propia cosmovisión. O quizás de mi actual cosmovisión, ya que -en trayectoria de blog- mi diciembre es tu septiembre.

Octubre nació como muriendo por azarosa elección, y explicando la no vida de algunas cosas que son pedidas, cuando en realidad es preferible robar algunas otras para cambiar un poco la vida.

(… no sé por qué imagino que habitúas el San Martín combinando con la línea B o tal vez la D y que son tantas las estupideces que tenés que escribir para que llegue ese sueldo a fin de mes que la única forma de sobrevivir es volcar todo el resto en tus escritos sin eslogan ni marca de cierre. Parafraseándote, sé que estos pensamientos son tan solo un atajo minado de omisiones para representarte de una manera simple, perezosa… cosa de la cual reniegas…)

(… me gustaría que no vuelvas a reducirme a simple ingenuidad, a no ser que quieras sentirte indignado. Aunque también es probable que sepas que como no puedo reventarte a tiros, apelo a echar mano a la retórica, hasta donde puedo…)

Noviembre aparece como derretido por el calor del deseo… derretido hasta la confusión… y hasta el hartazgo… cayendo en sus trampas en nombre de la presunta responsabilidad de que los perros sigan moviendo sus colas… pero, finalmente, viendo que ni así vale la pena…

Diciembre vuelve a amanecer con el pensamiento de la muerte física, y el físico matando al pensamiento y a la belleza… y también a la eternidad, que pierde el sentido cuando se la analiza como palabra, pero también se lo encuentra en cada una de ellas.

Y enero sigue sintiendo, como continuidad de diciembre, pero un toque más ensimismado, al menos por el momento.

(… y es después de todo esto, que me atrevo a imaginar tu comentario más como parte de tu enero que de mi ingenuidad… quizás para no hacerme del todo cargo de ella...)

bla bla...

Hoy tuve uno de esos momentos en los que es poco lo que se puede decir en voz alta. Verdaderamente insoportable... al punto que decidí exorcizarlas con esa lapicera que siempre llevo en mi cartera para emergencias como esta. Aquí les paso algunas... tampoco quiero fastidiarlos demasiado...

"Si no escribo, los pensamientos se vuelan o no acaban de dejarme en paz."

"Cómo quisiera poder estar harta de vos."

"Saca todo el adorno y deja sólo esas palabras que lo dicen todo."

"Cómo me fastidia tener que ocultar el fastidio."

"Las palabras no salen, llegan."

"Quizás atando cabos sueltos, logres por fin soltarlo."

"Quisiera poder hablar, pero para eso tienes que irte."

"La lentitud me acelera demasiado."

"Es increíble cómo te las has ingeniado para obligarla a recordarte… bastardo… créeme, no hacía falta."

"¿Cuántas palabras necesita decir para por fin dejar de hablar?"

"Pura inspiración dando vueltas… justo cuando ando medio perdida."

"Dices shhh… y crees que puedes callarme tan sólo con eso…"

"Escupes el humo de la misma forma que te gustaría escupir tus palabras."

"Las palabras caen veloces como aves muertas, pero ya están vacías de vida."

"Pues dilo de una vez y déjate de vueltas."

"Todo me lo preguntas, pero nada puedo explicarte."

"Las sensaciones se enturbian cuando se empecinan en preguntas y no en respuestas."

"Lo psicótico sería creer que yo puedo hablar de ello."

"¿Puedes, por favor, dejar de pedirme y empezar a darte?"

"Quizás por postergar demasiado, tu fluidez se acostumbró a ser cobarde."

5 de enero de 2007

Bendito sea el blog entre todos los escritos

Tres y cuarto de la madrugada. Me caigo de sueño. Pero si no me decidía a venir hasta la máquina, mi cabeza nunca iba a parar y este texto seguramente iba a comenzar con un “cinco y media de la mañana”…

A ver… por donde empiezo… bueno, el tema es así: hace unas semanas que empiezo a leer diferentes libros, ya sea porque me los prestan, porque de alguna manera llegaron a mi biblioteca o los bajo de la red. Bueno, como sea, la cosa es que nada, pero absolutamente nada me venía bien. Por algún motivo sentía todo vacío… algunos contaban historias que realmente no llegaban a interesarme, otros tenían fastidiosas introducciones y peores finales como único método para que el autor metiera de forma caprichosa algunas de sus verdades en boca de sus personajes. Y yo sólo me interesaba por esas verdades… todo un libro empantanando 20 líneas deliciosas. ¡Qué injusticia! Si no fuera porque no tenía nada mejor que hacer, nunca hubiera llegado a conocerlas.

Y fue justamente después de que mi hastío no toleró más de una cuarta parte de un libro que me decidí a echarle un vistazo a mis títulos preferidos… una colección de Bukowski, “Lolita” de Nabokov y “Café Berlín” (lo presté, no recuerdo ahora el nombre del autor)… y es ahí donde descubro que un estante tiene escondido el libro “Desesperación”, también de Nabokov. No puedo encontrar en mi memoria el momento en que se instaló ahí y tampoco la respuesta al por qué no lo había leído antes… en fin… me tiré en la cama, encendí el velador y devoré el primer capítulo, en el cual pude encontrar ese “no sé qué” que tanto me atrapa. Transcribo un fragmento:

“(…) Mi madre, una rusa pura, descendía de una antigua estirpe principesca.

En los días calurosos del verano se reclinaba en su mecedora, una dama lánguida envuelta en sedas aliladas, apantallándose, masticando chocolate, con todas las persianas bajas, y el viento que soplaba desde algún campo recién segado hacía ondular las sedas como velas purpúreas.

(…)

Una leve digresión: ese fragmento sobre mi madre fue una mentira deliberada. En realidad, era una mujer de pueblo, sencilla, rústica, vestida sórdidamente con una especie de blusa que colgaba suelta en la cintura. Por supuesto que pude haberlo tachado, pero lo dejé allí deliberadamente, como muestra de uno de mis rasgos esenciales: mi mentir inspirado y airoso.”

Y ahí está la clave, amigos blogueros. El relato sólo me interesa si quien relata se deja ver. Si puedo de alguna manera entrever cómo es para el autor escribir eso que escribe. Cómo es para esa persona “ser” esa persona. Me gusta leer al que -cruda y frontalmente- se permite “ser” en su propia obra. Quizás es por esto que me fascinan ustedes, mis amigos blogueros. Porque cada post no necesita llenar un libro para decir lo que se quiere decir. La cosa simplemente nace y se comparte. No es esquivo ni tiene demasiadas correcciones… puro realismo... con un toque de poesía…

4 de enero de 2007

Acto fallido…



Cuando ese yo -que lucha por ser un buen árbitro entre el deseo y la moral- baja la guardia por tan sólo un instante… plaf… lo que a gritos dicen los gestos cobra vida en palabras… y plaf de nuevo… en uno y en el otro, porque no existe fallido si no hay juez que lo detecte.

Se devela una intención y no hay excusa que la excuse. Quedamos desnudos y nos avergüenza, más allá de que el acto sea condenatorio o liberador, porque la forma de expresarlo no es la que hubiésemos elegido. Y a veces ni siquiera eso. A veces ni siquiera sabemos que eso que dijimos es parte nuestra. Entonces sorprende y nos sorprende, no sé si el pensamiento o la forma de escaparse.

En algún punto, hasta podemos llegar a creer que evitar ese fallido es continuar en el paraíso, cuando esa verdad oculta puede hacer de nuestra vida un verdadero infierno, con sonrisas de dientes apretados, miradas esquivas y cotidianeidad de libreto. Un verdadero paraíso lleno de manzanas atragantadas que nos pudre la lengua y nos deja sin aliento. Porque cualquier palabra nos puede mandar al matadero.